martes, 9 de septiembre de 2014



Dos hitos en mi fin de semana:

UNO: “Robot Of  Sherwood”, el capítulo 3 de la última temporada de “Doctor Who”. El primer Gran Episodio del Nuevo Doctor. Peter Cappaldi se recibió de Doctor en este capítulo. El Doctor lleva a Clara a visitar a su personaje favorito, Robin Hood, y contra las predicciones del Doctor (“es sólo un mito”), lo encuentran y lo hacen encajar en la mitología oficial de la serie (los cybermen recaudan impuestos, etc.). Hay capítulos de “Doctor Who” en los que se privilegia el terror, en otros la fantasía, en otros la ciencia ficción. Este es uno de esos en los que prima la comedia, y resulta impecable. Los momentos de celos y disputas verbales entre Robin Hood y el Doctor son fascinantes. Clara está enamorada del mito de Robin Hood y transmite ese amor en sus gestos, haciendo que uno se enamore de ella. Cualquier duda sobre el nuevo Doctor queda despejada. Quiero ver esta serie una vez por semana por todas las semanas de mi vida. Es lo mejor que se hizo en la Historia de la Televisión Mundial.

DOS: Un clásico para mí: “Pink Moon Radio” en unaradio.com.ar. Como siempre buena música, pero lo mejor está en los datos que te tiran. El domingo me hicieron conocer este blog dedicado a uno de los mitos urbanos más desacreditados: el que dice que Elvis Presley fraguó su muerte y vive en Argentina. Como Hitler. De hecho, así es como arranca la narración; “Claro, es conocido que Hitler vive en Bariloche. Jim Morrison cría ovejas en el sur y el Rey del Rocanrol, Elvis Presley también vive en Argentina hace 36 años cuando simuló su muerte a lo Yabrán y con un nombre falso”.
Recomiendo la lectura atenta de la entrada y ver completo el video que la ilustra. No tiene desperdicio.
El video, supuestamente, fue producido en los EE.UU. conteniendo testimonios recogidos en la Argentina, los cuales son doblados al inglés. Es todo muy trucho y muy pronto queda en evidencia que el video salió de acá mismo y le suman el audio en inglés para que parezca un documental serio. El final (inspirado quizás en el “Rosebud” de “Citizen Kane”) resulta demasiado trucho y me hace pensar que era mejor el final cómico del video de Kapanga “Soy Elvis”.
La historia en la que se basa el mito, sí nació, aparentemente, en EE.UU. Dice que Elvis trabajaba de informante para la DEA y que lo habían descubierto. En EE.UU. existe el famoso “Programa de Protección de Testigos” que se ve en tantas películas policiales. Por ese programa, el Estado te facilita fingir tu muerte y asumir una nueva identidad en otro lugar, proveyéndote de toda la documentación necesaria. Pero también te pone límites: no podés obtener un rédito económico ni estafar a nadie. Por eso, dicen, es que nadie se presentó nunca a a cobrar la millonaria póliza de seguro de vida que tenía contratada Elvis.
Entonces: los americanos que empezaron con esta tesis, descubrieron (o dicen haber descubierto) que el mismo día del “entierro”, despegó un avión de pasajeros de Pan Am rumbo al aeropuerto de Ezeiza. Uno de los pasajeros se llamaba “John Burrows”, que era un alias que Elvis solía usar para registrarse en los hoteles cuando iba de incógnito. A partir de ahí, necesariamente, la investigación salta a la Argentina y en este punto los autores del video van mezclando los datos americanos con los que surgen de un libro escrito hace pocos años en la Argentina por un tal Jerónimo Burgués (suena más a nick que a nombre real; me permito sospechar que el tal Jerónimo Burgués puede ser uno de los responsables del video).
Se dice entonces que el vuelo de Pan Am llegó a Ezeiza con una hora y media de retraso y que, aunque no parece haberle llamado la atención a nadie, “había un pasajero menos” si se compara la lista que hicieron el check out acá con los que hicieron en check in en USA. El que falta, obvio, es John Burrows.
Entonces aparece en el video el eslabón perdido: una entrevista a un tal “Jorge Daniel García” (nombre suficientemente común para que no pueda ser rastreado por Google; debe haber miles de personas con el mismo nombre), quien dice haber estado haciendo la colimba en la base militar de El Palomar ese día. Dice que estaba de guardia cuando vio descender un avión de pasajeros, un Boeing 747 de Pan Am. Nunca se había visto un avión así en ese lugar. Lo esperaba una limusina negra y varios falcons verdes de la Fuerza Aérea Argentina. A la distancia vio que un pasajero bajaba del avión y subía a la limusina; pensó que debía ser alguien muy importante “por el revuelo que se armó” para recibirlo.

Lamentablemente, no leí el libro de Burgués. Quiero hacerlo. NECESITO hacerlo. El blog transcribe el índice y ya es para flashear. Elvis y el poder. Elvis y la Dictadura. ¡¡¡Terminan preguntándose por la relación entre Elvis y los Kirchner!!! ¡¡¡Y agregan una foto de Elvis dándole la mano a alguien que, según el acápite sería Lázaro Báez en los ’70!!! Demasiado bizarro. Hace que David Icke parezca Stephen Hawking.

Pero lo que sigue después es todavía más loco porque involucra a un personaje bizarro que  recuerdo muy bien de mi infancia.
Cuando yo era chico, a fines de los ’70, lo único que podía conocer de  la música en vivo era a través de los “programas ómnibus” de los sábados y domingos, donde tocaban (o más a menudo hacían playback) los inventos que las productoras querían promocionar. Mi idea del “rock” en la niñez, por lo tanto, tenía que ver básicamente con dos de esos engendros: Los Criss Cross (banda en la que tocaban Vitico, Guyot, Iturri y Thot, pero con máscaras para no pasar vergüenza. Tocaban una sola canción: “Súbete a mi moto”, un rock’n’roll compuesto por un compositor profesional de hits: Richard Mochulske. Hace unos años lo conseguí en mp3 y me gusta escucharlo cuando salgo a correr) y el protagonista de esta historia: Telmo y sus Rockers.
Telmo era lo que después supe que se llama un “Elvis Impersonator”. Imitaba la voz, el vestuario y el baile del Rey. Pero tenía la particularidad de que no cantaba en inglés. Traducía las letras de las canciones y las cantaba en español. Así, mucho antes de escuchar las versiones originales, yo conocía los clásicos del rock’n’roll de los ‘50 por las versiones castellanizadas de Telmo. No sólo eran canciones de Elvis. La canción que más recuerdo era “Hay mucha agitación” (versión en castellano de “Whole Lotta Shakin’ Goin’ On”), que después supe que Elvis nunca lo grabó; fue un hit de Jerry Lee Lewis y en la Argentina de esos años debe haber sido medianamente popular porque antes de Telmo lo había grabado, también en español, Sandro. Claro; la métrica de un idioma y otra eran distintas y había que inventar. Me quedó grabado el estribillo que cantaba Telmo:

Hay mucha agitación
Cuando suena el rock’n’roll
Esta música nació
En los campos de algodón.

Si alguna música “nació” en los campos de algodón habrá sido el blues; qué carajo tiene que ver el rock’n’roll de Elvis y Jerry Lee Lewis con los campos de algodón del Sur anterior a la Guerra de Secesión no se me ocurre, pero se ve que en la cabeza de Telmo todo estaba un poco mezclado.
Lo cierto es que en el video entrevistan a alguien que afirma que en 1986 era plomo de Telmo y sus Rockers. Habla de que para muchos Telmo fue el mejor impersonator de la historia, que era casi igual y se apura para decir “no; no era Elvis, por supuesto”. Así deja en claro que sabe de qué va el video. “Seguramente vos querés que te cuente de aquella noche en el club Los Matreros”.
Carnavales de 1986, y el club “Los Matreros” organizaba uno de esos bailes con carteles para toda la familia. Cerraba La Torre (en pleno apogeo del rock nacional), pero también actuaban Sergio Denis y Telmo y sus Rockers.
Dice que ni bien terminaron de tocar, llegó un auto con “paramilitares” (ya estábamos en democracia; no explica cómo reconoció que eran paramilitares). Le dijeron a Telmo que necesitaban hablar con él y lo cargaron de prepo en el auto negro con vidrios polarizados. Recién tres días después volvió a aparecer. Cuando volvió, Telmo estaba como confundido y atemorizado. Ahí mismo disolvió la banda y dijo que se alejaría por un tiempo de los ensayos porque tenía que emprender un viaje.
Acá viene lo grosso: según este tipo, Telmo nunca volvió a su casa desde esa noche. Su familia dice no saber nada de él desde entonces. Otra que Julio López. Telmo fue el primer desaparecido de la democracia. Pero se ve que antes de desaparecer pudo contactarse con su familia y tranquilizarlos, porque se aclara que no hubo ninguna investigación de paradero, ni hábeas corpus, ni nada.
El pibe dice que tres años después se encontró de casualidad con un primo de Telmo que era guitarrista en los Rockers. El tipo le dijo que Telmo seguía desaparecido, pero que una vez lo llamó por teléfono para aclararle que estaba bien y qué era lo que había pasado esa noche. Dice que dentro del auto al que lo subieron estaba Elvis vivo y rodeado de militares. Le dijeron que vivía de incógnito en la Argentina y que Telmo debía dejar de imitarlo porque, al hacerlo tan bien, tenían miedo de que terminara llamando la atención sobre la Argentina. Que la gente creyera que Telmo era Elvis, empezaran a buscarlo en la Argentina y terminaran descubriendo la verdad.
Entonces Telmo desapareció y se fue a vivir con una identidad falsa. Hasta en eso fue el impersonator que más lejos llegó en la imitación de su ídolo. El “testigo” aclara que eso es lo que le dijeron, pero que él no cree nada de eso.
No lo cree nadie, pero no me digas que no es una buena historia.


Acá esta el video (para que vean el final; al resto lo conté casi todo):

viernes, 7 de febrero de 2014

ALUD NEGRO: EL NUEVO MONSTRUO




Andrés Ruiz cambia de piel y crea un nuevo monstruo inorgánico, grave y oscuro: Alud Negro. Junto a César Borra, en bajo, y Matías Mielniczuk, en programaciones y teclados, la banda recorre paisaje oníricos que se ajustan, desde lo lírico, a los tiempos de Tolkien mientras coquetean con todo el post punk que haya cerca desde lo musical.
De la canción experimental de Amuleto (2005) a la canción perfecta en Un Santo Nuevo (2012), Ruiz atravesó varias mutaciones. Trabajó un formato de canción más esquiva, se puso oscuro, luego dejó ropajes y cuando parecía consolidar una propuesta cercana a la canción pop, decidió barajar y dar de nuevo. O no tanto…
Uno de los aspectos más interesantes de Alud Negro es la trama que propone la canción. A partir de una serie de beats que como puntadas ponen a correr la máquina, los sintetizadores se entrelazan entre sí y van abriendo paso a la melodía. Más tarde, una voz que parece haber encontrado su lugar en el mundo hace el resto. Todo en ese camino parece fluir plácidamente, un viaje en auto por la ruta en el campo, un campo en blanco y negro. Sobrevuela, en buena parte del disco, algunos lazos con Los Encargados, aquel puntapié inicial de Daniel Melero (el paisaje de “Cofre” parece arrancado de Silencio, la primer placa de la banda).
Al mismo tiempo, y si de oscuridad se trata, al momento de la entrevista Andrés se encontraba haciendo una gira por Europa del Este: Holanda, Lituania, Letonia, Finlandia y Rusia los países elegidos. Desde aquella tundra, via correo electrónico, las respuestas de un músico que siempre se está moviéndose de lugar.






viernes, 31 de enero de 2014

THE VELVET UNDERGROUND: EL LIBRO DE LAS PERVERSIONES







No es difícil imaginar a Lou Reed y John Cale en 1965 echándole un vistazo a The Velvet Underground antes de que decidieran llamar así al grupo en el que ambos estaban por aquel entonces. El interés por lo que contaban aquellas páginas debió de ser inmediato porque, aunque durante años se ha dicho que este libro era un novela semipornográfica, la realidad resulta mucho más sabrosa aún. The Velvet Underground era un ensayo realizado bajo una coartada periodística, a través del cual Micahel Leigh descubría, entre perplejo y asqueado, todo unsubmundo de relaciones sexuales practicadas en secreto por miembros de la feliz clase media americana de principios de la década de los 60. Un entramado que conforma ese terciopelo subterráneo al que hace referencia el título. Evitando ser explícito, pero dirigiendo el texto siempre hacia el morbo, el autor nos muestra cómo, en la Norteamérica de 1963, tan solo un poco antes de que la sexualidad fuera objeto de una revolución, el vecino y la vecina de la puerta de al lado ponen en práctica sus fantasías sexuales. Quizá fue por el tono ambiguo con el que Leigh va explicando sus descubrimientos, que Lou Reed se refirió a él como “el libro guarro más divertido que he leído nunca”.





Leyéndolo, Reed debió sentir que todo aquel inframundo documentado por Leigh (que no deja de insistir en el texto que él no es médico, que solo es un cronista) formaba parte del tejido humano que iba a formar parte de sus letras. Los personajes reales que aparecían en el ensayo podrían ser, por ejemplo, los protagonistas de "Venus In Furs", que ya estaba escrita cuando el libro llegó a manos del músico. No obstante, así como Reed nunca juzgó a sus personajes, y se limitó a revestirlos con poesía y mostrárselos al mundo, la posición de Leigh es muy diferente. Su libro nació por azar, al ver un anuncio en una revista que hablaba de un “club para gente poco convencional” interesada en intercambiar información sobre“cosas extrañas””. Tras escribir a la dirección señalada, la contestación que recibió le convenció de que aquella no era una asociación que buscara intercambiar fotos de países exóticos sino otra cosa. Decidió seguir adelante y poco después recibía la carta de un matrimonio que buscaba intercambiar relaciones sexuales con otras parejas. Seis meses después acumulaba más de 500 ofertas. Esto, que hoy podría producir risa dada la facilidad con la que pueden establecerse contactos sexuales a través de internet, escandalizaba en una época en la que los tabúes sexuales eran mucho más poderosos.















The Velvet Underground nos muestra a dominadoras que humillan a sus maridos, de maridos que contemplan con placer cómo su mujer se acuesta con otros hombres o mujeres y de parejas que participan en orgías. Le descubre al lector lo que es un dildo y cuáles son sus utilidades, así como las de una gran variedad de fetiches. Relata contactos personales y epistolares como el que mantuvo su autor con la organización The Homosexuals of the World que aboga por la homosexualidad como alternativa para frenar la reproducción. Y revela también que existen instantáneas de hombres y mujeres que se dejan fotografiar practicando sexo, y mujeres que lo hacen con sus perros y… Con un tono que juega a confundir ética y moral, el autor describe un panorama que le lleva a definir el texto como “informe sobre la decadencia moral”. Leigh jamás pudo imaginar que, por culpa de un grupo de rock & roll ruidoso que decidió llamarse como su libro, esa decadencia moral iba a propagarse todavía más. Fue Tony Conrad, uno de los cineastas y músicos de vanguardia que tocó con Reed y Cale entre 1964 y 1965, quien encontró un ejemplar del libro en una calle del Bowery y lo llevó al loft que compartía con ellos. También hay una versión que dice que fue Angus McLise, primer batería del grupo, quien dejó una copia en la casa de Ludlow Street. Sterling Morrison declaró años más tarde que lo que les empujó a coger el nombre fue el hecho de que incluía la palabra underground, un término con el que el grupo estaba muy familiarizado gracias a sus actuaciones en pases de películas de vanguardia.
















El libro fue publicado en Inglaterra en 1967 con la misma portada pero con el título Bizarre Sex Underground (Anihilation Press, rama literaria de Creation, lo reeditaría en 1991 con su título original). Un año más tarde vio la luz su continuación, The Velvet Underground Revisited, pero es muy probable que Leigh nunca llegara a conocer el calado que tuvo su obra. Según explicó Reed en una entrevista en 1968, antes de dar un concierto en Filadelfia el grupo se enteró de que la hija del autor estaba entre el público. La buscaron para pedirle que su padre les firmara su ejemplar y ella, indignada, les contestó que había fallecido recientemente a causa de un cáncer.






Fuente: Nada especial, el nuevo blog del inmenso Rafa Cervera.